Los otros Ninja
Los otros Ninja

Los otros Ninja

Por Eric Gates – Shidoshi – Centro Cultural Japonés Tora

LOS OTROS NINJA

En los dos artículos anteriores de esta serie se han hecho muchas referencias al empleo de shinobi de forma individual o en grupos pequeños por parte de los daimyo, o lords feudales. Esta prestación de servicios típicamente se llevaba a cabo a cambio del pago de unos «honorarios» a los ninjas, o de forma gratuita, de vez en cuando, siempre cuando el grupo de shinobi en cuestión tuvieran objetivos propios qeu pudieran compaginar con la misión ofrecida por los daimyos. Así, popularmente se ha tachado al ninja como un mercenario, que haría cualquier cosa por dinero. Esta definición es errónea como se verá en este artículo.

Hemos visto como se empleaban pequeños grupos de shinobi como una parte complementaria de un ejército convencional, del mismo modo que hoy en día se usan las fuerzas de élite o grupos de comandos. Pero con la Guerra de Onin y sus secuelas, cuando los daimyo se encontraban en constantes guerras territoriales, intentando ampliar el terreno bajo su control o defenderlo contra los avances de los daimyos vecinos, la utilización de los shinobi llegó a ser un hecho más cotidiano. Tanto que en las crónicas del siglo XVI se encuentran muchas referencias a grupos ninja, seguidores de un daimyo en particular, quienes formaban una parte permanente dentro del ejército del daimyo y a cambio recibían su protección y la paga de un soldado más.

Una, aunque breve, de las primeras referencias del uso de shinobi (o «soldados con habilidades shinobi» que es la descripción que suele encontrarse) data del 1540 durante la guerra entre los daimyos Mori y Amako que tuvo lugar cerca del Mar Interior. Después de haber perdido varios de sus generales, los Mori emplearon «soldados shinobi» para atacar y dividir las fuerzas enemigas. Eventualmente los Mori vencieron y arrasaron a los Amako.

Sun Tzu recomendaba en su capítulo sobre el uso de espías, que el tipo de espía que se empleara para obtener información debería estar muy próximo al general que empleara sus servicios. Evidentemente, si se trataba de ninja empleado de forma temporal por un daimyo, sus lealtades a largo plazo eran cuestionables, así que en lo referido al uso de ninja de Iga y Koga se encuentran muy pocos casos de su uso como espías. Sus funciones, por lo menos hasta el siglo XVI, se limitaron a fuerzas de desorganización o ataques sorpresas en la toma de castillos asediados, etc. Ahora, sin embargo, se encuentra el ninja siendo usado para tareas más variopintas. El daimyo Takeda Shingen empleaba shinobi con asiduidad para espiar sobre su gran enemigo Uesugi Kenshin. En su ejército tenía tres unidades de diez hombres cada una bajo los mandos de sus generales Amari, lidomo e Itagaki, según nos relata Yamaguchi en su libro «Ninja no seikatsu» publicado en Tokyo en 1969. Luego los generales mandaban sus informes por caballo rápido al castillo de Shingen en Kofu.

En el Hogo Godai-ki compilado alrededor de 1600 por un empleado de la familia Hojo, Miura Joshin, donde se relata la historia de las primeras cinco generaciones de la familia, se encuentran referencias a soldados shinobi. El poder de la familia Hojo era considerable. En su cuarta generación, alrededor de 1580, dominaban las tierras planas del Kanto, donde se encuentra el Tokyo moderno. Se encuentra una referencia para el año 1575 en la cual se detalla el uso de shinobi por parte de la familia Satake quien estaba en guerra con los Hojo. No solamente usaban los shinobi, o Kusa (hierba en japonés) como lo llaman aquí, como espías sino en tareas de contra espionaje. Los Kusa se acercaban a los campamentos de los Hojo y procuraban interceptar y matar a los jinetes que llevaban los informes de sus propios espías a los generales de los Hojo.

Cinco años más tarde, según el relato de Joshin, los shinobi, aquí llamados Rappa, fueron empleados contra la familia Takeda por la quinta generación de la familia Hojo. El jefe de los Rappa era Fuma Kotaro, conocido también como Kazama Kotaro, reconocido como uno de los líderes ninja más importantes en la historia de Japón. Los shinobi de Kotaro eran más de doscientos y estaban divididos en cuatro grupos. Se infiltraban en los campamentos de los Takeda durante la noche, prendiendo fuego, soltando los caballos de sus samurai, lanzando los gritos de guerra de la familia Takeda, y en general creando una gran confusión entre las tropas. Al amanecer los samurais de los Takeda encontraban las víctimas decapitadas de estos ataques, muchas veces muertas por sus propios soldados en el desorden que reinaba por la noche. El efecto psicológico en las tropas Takeda era enorme. Incluso un grupo de diez samurais de los Takeda intentaban confundirse con los hombres de Kotaro después de una de estas redadas nocturnas con el fin de acercarse a su líder y asesinarle, pero, con astucia, Kotaro los descubrió y los hizo matar.

Hay una curiosidad en el relato de Joshin que merece la pena destacar. Los shinobi, en su afán de autoprotección y como parte del empleo de psicología contra sus potenciales enemigos, se atribuían el poder de transmutarse en duendes y otras figuras mitológicas, habitantes de los bosques y montañas. La figura más «popular» era del Tengu, un demonio alado, supuestamente encontrado en los bosques profundos. Para propagar estos mitos, los shinobi empleaban todo tipo de trucos incluyendo el uso de máscaras de madera que simulaban el rostro de Tengu. En el Hojo Godai-ki, Kotaro está descrito como «un gigante que no puede esconderse entre sus doscientos hombres. Mide 7 shaku 2 sun de altura (medidas japonesas correspondiendo a más de dos metros de altura), «con musculosos brazos y piernas. Su inteligencia supera la de las personas comunes. Sus ojos parecen ser invertidos, tiene bigotes negros, y su boca es especialmente ancha en sus extremos. Cuatro de sus colmillos sobresalen…»

Todo una apariencia, sin duda.

En las provincias de Dewa y Mutsu, al noreste de la isla de Honshu, también había relatos de ninjas en acción durante los años finales del siglo XVI. En la crónica Ou Eikyo Gunki se cuenta la historia del asedio del castillo de Hataya. Eguchi Goenojo, un seguidor del daimyo Mogami Yoshiakira, era el responsable del castillo de Hataya ubicado en la carretera de Yonezawa. Al llegar a sus oidos las noticias de los movimientos de las tropas enemigas de Kurogane Sonza’emonnojo, decidió fortificar y aprovisionar el castillo con arroz y flechas. Cuando el ataque inicial ocurrió, las fuerzas enemigas fueron tan fuertemente rechazadas por los defensores del castillo usando flechas y mosquetes que retrocedieron. Establecieron un campamento cerca a un lugar llamado Suikan bajo el mando del Comandante Naoe Kanetsugu, desde donde procedieron a asediar al castillo. Entre los defensores, según nos relata la crónica, había un hombre con habilidades shinobi destacables, y durante la primera noche del asedio, esta persona penetró en el campamento enemigo y robó el sashimono (bandera con el «mon» o escudo personal del comandante que el samurai llevaba en el dorso de su armadura) de uno de las guardas personales de Naoe Kanetsugu. Luego colocó el sashimono en un lugar prominente encima de la entrada principal del castillo. Al amanecer las fuerzas enemigas se desmoralizaron considerablemente al percibir el sashimono robado como trofeo encima del pequeño castillo que había resistido sus ataques.

El entrenamiento de las habilidades shinobi que poseían estos seguidores de los daimyo en nada se diferenciaban de la forma de aprendizaje de las familias ninja de Iga y Koga. A muy corta edad, tres o cuatro años, sus juegos, controlados por los Chunin, se orientaban a desarrollar un profundo entendimiento del equilibrio del cuerpo. En seguida pasaron a aprender el Taihenjutsu, formas de desplazarse (aruki), caerse (ukemi), y rodar (kaiten y nagare) que forman la base del ninjutsu. De allí progresaban a aprender el Dakentaijutsu (el uso del cuerpo como un arma) para luego recibir enseñanzas en la multitud de armas que sus familias empleaban. Paralelamente a estas últimas enseñanzas, se les explicaba el uso de medicinas naturales y las técnicas secretas de sus propias familias shinobi. Al alcanzar los quince o diecisiete años, el joven ninja ya estaba listo para enfrentarse a sus primeras misiones, ya fueran de espionaje, desorganización o asesinato…