Orígenes de la danza
Orígenes de la danza

Orígenes de la danza

ORÍGENES DE LA DANZA

Aprender a bailar es una forma de exteriorizar la energía interior del cuerpo. Pero este aprendizaje significa también el poder de la voluntad y la perseverancia. Estas dos cualidades son básicas para superar las dificultades y para llegar a amar el esfuerzo que finalmente compensa con sus frutos.

Descubrir el cuerpo y tomar conciencia de sus posibilidades son los primeros objetivos para comenzar el aprendizaje.

La danza surge por la necesidad que tiene el individuo de moverse. Para el hombre primitivo, el ritmo era un lenguaje para expresar las preocupaciones de su vida cotidiana, éstas se traducían en las danzas de : la caza, la lucha contra los animales, la guerra, las cosechas, la vida, la muerte, la alegría y el dolor.

 

La danza antes de ser un arte recorrió un tortuoso camino, asociada a la astronomía, (mediante esta el hombre se dirigió a los astros) y a las divinidades que adoraba, a la religión, a las ceremonias sociales y a las frívolas actividades cortesanas.

 

De los egipcios tenemos abundantes testimonios de corales de campesinos que bailaban al final de las cosechas funerarias, religiosas y acrobáticas. A ello se debe la hasta ahora primera noticia que descubre la importancia de bailarinas profesionales y así mismo a la transformación de la danza en espectáculo de los festivales de Osiris.

 

Por los escritores griegos tardíos conocemos la danza en Grecia, sus danzas podían ser líricas o danzas trágicas o dramáticas.

También para los romanos, pueblo de guerreros, la danza sagrada y la guerra fueron una misma cosa. Al parecer los sacerdotes, vestidos  con túnicas rosadas y armados de lanza y escudo, daban tres golpes con los pies, de ahí el nombre de la danza tripodium. Más tarde crece la afición por la danza y se abren escuelas dedicadas a ella, a las que acuden los hijos e hijas de patricios. Las primeras experiencias en torno al ballet se sitúan a finales del S. XV fundamentalmente en los S. XVI y XVII, en la Italia del 400 surge el primer tratado de baile importante, escrito por Doménico Piacenzia.

 

Uno de los acontecimientos más importantes se desarrolló en la sala de baile del palacio Petit Bourbon de París, el 15 de octubre de 1501, el primer ballet, el ballet Comique de la Reine, compuesto por Balthazar Beaujayeux, para la boda del duque Jojeuse.

 

A partir de ese momento surge una nueva concepción del ballet, donde se une la poesía, la música y la representación escénica ligada a la acción dramática, en este ballet los papeles principales son representados por los nobles, y personas reales, en tanto que las bailarinas profesionales quedan reducidas a la condición de comparsas.

 

También en Francia se aprueba la «Academia Real de la Música y Danza» por Luis XXV, a la cual se deben la fijación de las cinco posiciones clásicas. Así se crea en 1670 «el Burgués Gentilhombre», comedia-ballet que surgió de la colaboración de Moliére (escritor), Lully (músico) y Beauchamp (coreógrafo) maestro de baile del rey (a Luis XXV se le denominó el Rey Sol, porque en una de las representaciones figuraba al sol). El ballet deja de ser cortesano y se ofrece a otros estamentos. Para asistir a las representaciones se empieza a exigir el pago de las entradas. Los cortesanos son sustituidos por bailarines profesionales.

 

El ballet clásico todavía utiliza hoy los mismos pasos que entonces, lo que demuestra hasta que punto fueron aquellos importantes para la danza.

El ballet combinó intimamente la danza, la música y la pintura (los decorados), durante el S. XVIII. Desaparecieron los trajes con miriñaque, así como las máscaras y las pelucas. Aparecen dos personalidades de la danza como María Camargo y María Lasalle, ésta última causa innovación por soltarse el pelo y bailar enfundada en velos transparentes, junto con estas dos figuras destaca, el gran revolucionario del ballet del S. XVIII Nouverre, quien suprime las caretas, hace del ballet un arte organizado y transforma la danza mecánica o de ejecución en una danza de pantomima o acción.

 

La danza ofrece un cambio sustancial con el romanticismo, aparecen figuras con enormes atributos artísticos, como Marie Taglioni, la gran figura del ballet romántico, además de su éxito en el «Pas de Deux» en 1827 en París, registró el mérito de haber inventado el trabajo en puntas, sello distintivo del ballet clásico, la dificultad que ofrecía esta nueva forma de desplazamiento fue vencida por Taglioni, poniendo algodón en rama de sus zapatillas. Otras grandes figuras que compartieron éxitos con la Taglioni fueron Fanny Cerrito, Fannu Essler y Carlota Grissi, para ella se crearon ballets como las sílfides «o Giselle».

 

Los bailarines franceses e italianos viajaron mucho, incluso hasta Rusia, donde el francés Marius Petipa colaboró con el compositor ruso Tchaukowski y compuso en San Petersburgo ballets que todavía se representan como «La Bella Durmiente» (1890) y «El Lago de los Cisnes» (1895).

 

Poco a poco la danza a través de la historia fue adquiriendo nuevos matices. Con el ballet moderno y los ballets rusos de Sergei Diaghilev se produce en el mundo de la danza una verdadera revolución. Rodeado de músicos, pintores vanguardistas, de bailarines y coreógrafos de teatros imperiales, Sergei creó en París a partir de 1909 unos espectáculos de inusitada magnificencia. El público entusiasmado aplaudió a aquellos inolvidables bailarines como fueron Nijinski y Ana Paulova.

 

El ballet contemporáneo se alimenta aún de esta influencia. Con la muerte de Diaghilev los bailarines y coreógrafos de los ballets rusos se establecieron principalmente en Francia y Norteamérica a donde llegaron Isadora Duncan y Martha Graham.

 

La danza que empezó siendo un medio de comunicación entre los hombres se ha convertido poco a poco en el arte universal que siempre quiso ser.