En las Artes Marciales – 3ª Parte
En las Artes Marciales – 3ª Parte

En las Artes Marciales – 3ª Parte

 
Por Juan Antonio Quirós Martínez
 
 
AMANDO MI DEPORTE
PRESUPUESTO Y RECONOCIMIENTO
 
 
Cuando se trata de otorgar premios, galardones u homenajes en dichas agrupaciones, asociaciones, federaciones u organizaciones, de reconocer esfuerzos, de valorar el trabajo realizado en pro de la organización, de los más destacados entre sus afiliados, los laureados siempre son los mismos, es decir, primero los dirigentes, segundo, quienes les apoyan y, después, los demás.
 
 
 

 

Parece ser que, aparte de tener el poder, los grados, los votos, también algunos tienen que acaparar los premios y los aplausos y, digo yo ¿Dejan algo para los demás? ¿Los demás cuentan solamente para pagar? ¿No hay nadie entre tantos miembros, aparte de ellos, claro, que no haga las cosas lo suficientemente bien para merecer un primer premio?

 

Es muy importante la justicia y la equidad, la buena intención, el conocimiento y la realización, para que las cosas funcionen, avancen y prosperen. Si se prospera, todos salen beneficiados, unos más que otros, lo cual no es malo, pero salen beneficiados todos, no sólo unos pocos.

 

El que se trate mejor y se dediquen todos los esfuerzos y casi la totalidad del presupuesto a intereses deportivos y no a intereses de Budo. Que no se reconozcan los valores y niveles de quienes se dedican al difícil, selectivo y sacrificado arte de Budo, que son los únicos que realmente trabajan y viven el Arte de la forma más auténtica y a quienes se les puede llamar en algún momento «maestros» y no «entrenadores».

Estos defensores y practicantes del Budo tienen como única recompensa el cariño de sus alumnos y la propia satisfacción del bien que trasladan a los suyos gracias a sus enseñanzas. Pero creo que este premio es muy escaso para la grandeza de su labor; resulta muy ingrato que la organización donde esté afiliado y del Arte Marcial que sea, no se lo reconozca públicamente.

Nadie podrá hablar mal de la competición, del Budo o de las Artes Marciales convertidas en deporte, de que muchos de los practicantes de las Artes Marciales están aquí porque se ofrece bajo este prisma este arte y, que de otro modo, no lo harían. Tampoco nadie negará la calidad técnica y beneficios que ofrece dicha práctica deportiva.

De la seguridad y protección que se intenta en sus torneos para evitar las lesiones, sólo basta leer el sistema de arbitraje y sus sanciones para descubrir la preocupación que se tiene sobre este asunto por los directivos, garantizando que no haya riesgos innecesarios y que los familiares y amigos no tengan que preocuparse por una lesión grave, aunque hay otros deportes de contacto que sí aceptan el KO y el contacto pleno.

A todos nos gusta que nuestros afiliados consigan acaparar los primeros puestos de los campeonatos locales, nacionales e internacionales. Incluso nos parece injusto que no esté alguno de ellos formando parte de los Juegos Olímpicos, como es el caso del Kárate. Igualmente, nos parece insuficiente el eco que se hace de nuestros logros en la prensa, en radio y en televisión, pero esto también les ocurre, por desgracia, a otros deportes minoritarios.

Pero también creemos que hay que hacer algo para aquellos que pasan desapercibidos trabajando el Arte en su forma más pura o cercana a ella y promocionar dicho enfoque. Me refiero a que también podrían tener algún tipo de galardón y que éste sea entregado en un momento apropiado, para que el reconocimiento público sea más amplio; también conseguir que rebajen su tiempo entre exámenes, el aparecer asiduamente en los tribunales de exámen, el que puedan explicar, enseñar y divulgar lo que ellos han encontrado, aprendido y desarrollado a través de las enseñanzas recibidas, de sus conclusiones, vivencias y conclusiones en cursos y seminarios remunerados para que puedan mantenerse en la brecha y sientan que son útiles y que se cuenta con ellos.

 

No podemos desperdiciar a los valores que tenemos. Hay que aprovechar las instrucciones de quienes tienen cosas que enseñar, y hay que conseguir que los deportistas les respeten y les admiren aunque no ganen ningún trofeo ni medalla; han de reconocer su valía igual que ellos reconocen y admiran a los competidores.

 

También creemos que los buenos entrenadores deberían de impartir sus conocimientos, experiencias e investigaciones. Cada entrenador, igual que cada instructor tradicional, tiene diferentes visiones del mismo asunto. Uno hace incapié en la estrategia, otro es más ofensivo, otro más defensivo, etc. Por eso, para lograr buenos competidores, tienen que ser instruidos por diferentes entrenadores.

 

Se tienen que estudiar individualmente las condiciones físicas y psíquicas de cada competidor y hacer un traje a medida de sus condiciones, de su forma de competir, de la forma de entrenar, de sus comidas, de sus descansos, etc., sacando el máximo provecho de sus cualidades.

También estos entrenadores deberían «ojear» en las competiciones para encontrar futuros competidores de élite y el seleccionador no ceñirse a la fácil tarea de elegir a los primeros de cada categoría, sino también de escuchar a estos ojeadores. Sobre este asunto, los profesores podrían hacer una labor envidiable para el futuro de la competición.

 

Sería bueno que, si encontraran cualidades especiales entre los jóvenes de sus clases, hicieran un informe y se lo mandaran al seleccionador, se hablase con los padres para dar su consentimiento y tratar de que participen en torneos, campeonatos y, sobre todo, en entrenamientos con la selección, al menos, una vez a la semana, para que el conjunto de entrenadores y seleccionador puedan elegir atinadamente y preparar el relevo a los ya consumados veteranos.

 

 

Esta aportación de datos y de alumnos por parte de los profesores debe estar recompensada por las entidades, no permitiendo que el alumno pierda a su profesor ni que se crea más importante o valioso que él, ni que pierda la cabeza creyéndose superior a sus compañeros. A estos valores nuevos hay que enseñarles teórica y práctica de arbitraje, téctica, técnica, etc., y, por supuesto, disponer de nutricionistas o dietistas, de masajistas, psicólogos, preparadores físicos, etc, para lograr el máximo rendimiento del deportista, futuro aspirante a las exigencias de la alta competición.

¿Por qué no instaurar un Departamento de Shiai Kárate o de competición del Arte Marcial que se trate?… A través de este departamento desarrollar todas las estrategias necesarias cuyo fin sea la expansión de la competición. La competición puede ser de corte tradicional o de corte lúdico, por ejemplo, si se incorporaran competiciones de «Arte Marcial Musical» , competiciones de «Arte Marcial Acrobático» o competiciones de «Arte Marcial de Contacto Pleno».

En las competiciones musicales, se da rienda suelta a la parte creativa y artística. En las competiciones acrobáticas, se favorece a los que tienen cualidades físicas extraordinarias a realizar todo tipo de piruetas y ejercer cantidad de ejercicios fantásticos y complicados. En las competiciones de pleno contacto, con las debidas precauciones y protecciones adecuadas, aquellos que deseen aplicar la potencia máxima de sus técnicas, pueden encontrar una modalidad que le permita realizar este tipo de combates. Éstas y otras competiciones pueden hacer que algunos afiliados que ahora no participan en las competiciones actuales, lo hicieran como si fuesen de otro modo. Yo estoy a favor de las Artes Marciales Tradicionales enseñadas a la manera clásica y nunca participaría de dichas competiciones, pero soy yo. En el deporte y la competición es otra cosa.

 

Ya no son Artes Marciales, son variantes de ellas, y pueden desarrollarse apropiadamente y ser un espectáculo que, por desgracia, es lo que vende y llama la atención a las masas. Las entidades tienen la potestad de mirar por todos sus afiliados y, en ese sentido, pueden incluir competiciones de este tipo.

 

¿Por qué no plantearse un departamento de la actividad en su original forma tradicional? Sería la manera de avanzar en sus contenidos. Tengo que decir que la autenticidad de un Arte Marcial y, quizás, en otros ámbitos, está reservada para unos pocos, para la élite. Las cosas puras, extraordinarias, son para muy pocos entendidos. La masa no entiende de esto, sólo aprecia lo circense, lo espectacular, lo colorido, lo vulgar… Este departamento podría disponer de una comisión o junta de maestros o expertos cualificados, que velasen por la pureza y calidad del Arte, evitando que se degrade o deteriore con cambios o modas. A través de sus seminarios, podría mostrarse como es entendido el «Arte» por diferentes maestros y escuelas.