Yoga II
Yoga II

Yoga II

Por Mª Jesús Valladares

YOGA II

Postura sobre los hombros o SARVANGASANA

Esta postura es uno de los asanas fundamentales más importantes. Conviene estudiarlo y practicarlo cuidadosamente por sus grandes efectos benéficos, tanto físicos como psíquicos.

 

Ejecución

1) Tiéndete en el suelo con las piernas juntas y las manos a los costados, con las palmas hacia abajo. Mientras inhalas apóyate en las manos para levantar las piernas rectas por encima de ti.

2) Separa las caderas del suelo y levanta las piernas por encima y más allá de la cabeza, en un ángulo aproximado de 45 grados.

3) Mientras exhalas dobla los brazos para sostener el cuerpo, apoyando las manos en la espalda tan cerca de los hombros como te sea posible con los pulgares hacia el frente del cuerpo y los demás dedos hacia la espalda. Empuja la espalda hacia arriba, mientras levantas las piernas.

4) Ahora endereza la columna y lleva las piernas a la posición vertical. Presiona firmemente el mentón contra la base de la garganta. Respira lenta y profundamente en la postura tratando poco a poco de aproximar más los codos entre sí y de bajar más las manos por la espalda hacia los hombros, para así enderezar el torso. Mantén los pies relajados.

Ha de evitarse todo movimiento brusco en la postura, en el ascenso y descenso del tronco y en las piernas. Los músculos abdominales, las piernas, y los brazos son los puntos de la palanca que permite mantener un movimiento regular y equilibrado.

– Actitud mental: Después de comprobar que la posición es correcta, concéntrese en el cuello y en la nuca.

– Duración: Este ejercicio debe hacerse una sola vez. Su duración podrá ser de uno a doce minutos, pero aumentando muy lentamente el tiempo, por ejemplo un minuto cada quince días.

– Beneficios: El sarvangasana es por excelencia el ejercicio regenerador de todo el organismo. Debido a la posición vertical e invertida de las piernas y del tronco, la sangre venosa va con toda facilidad al corazón, lo cual alivia toda congestión venosa de las piernas y de las vísceras abdominales.

Alivia el trabajo normal del corazón.

Estimula notablemente la actividad de la glándula tiroides y demás órganos situados en el cuello y en tórax. El sistema nervioso simpático queda fuertemente estimulado y, mediante él, todos los órganos de la vida vegetativa que integra.

Otro de los notables efectos de este asana es que facilita el dominio del impulso sexual, ya que favorece la absorción de la secreción intersticial, vigorizando así toda la vida física y psíquica de la persona.

Aumenta también, y no en escasa medida, la vivacidad intelectual, afectiva y motora.

– Precaución: No lo deben practicar los que padecen: hipertiroidismo, hipertensión, enfermedades del ojo o del oído, o problemas cardíacos de cualquier tipo. Tampoco se recomienda para los afectados por vértigo, hernia discal, problemas del hígado o de la vejiga, las mujeres en período de menstruación, ni cuando existe una infección sanguínea. En términos generales no es recomendable su práctica por niños.