Comienzos del Ninjutsu
Comienzos del Ninjutsu

Comienzos del Ninjutsu

Por Eric Gates – Shidoshi – Centro Cultural Japonés Tora

El Ninjutsu – sus comienzos

Hay muchos practicantes de Ninjutsu (el arte guerrero de los Ninjas japoneses) en España; sin embargo, con contadas excepciones, las enseñanzas de las artes del Ninja se limitan a las técnicas que forman las distintas tradiciones o ryu. Dr. Maasaki Hatsumi, el 34º Gran Maestro (Soke) del Togakure Ryu tradición de ninjutsu, nos ha dicho en varias ocasiones durante los últimos años que, al aprender el ninjutsu, es imprescindible investigar y estudiar la historia de Japón y del ninjutsu durante los siglos para entender mejor el arte en su contexto evolutivo. Así cuando un alumno pregunta por qué se hace una técnica de una determinada forma, los instructores seremos capaces de relacionar el movimiento con, por ejemplo, la vestimenta del samurai de aquella época, los puntos débiles de su armadura, o la necesidad de efectuar el corte vertical de katana (shomen kiri) con el arma al lado derecho de la cabeza, debido al tamaño y diseño del gorro de su armadura (kabuto). Por mis propias experiencias, la enseñanza del ninjutsu en su contexto histórico enriquece su aprendizaje por parte de los alumnos y ayuda a comunicarles la importancia de mantener las tradiciones vivas.

Parte del problema que tenemos en España para que el instructor o alumno realice una investigación sobre estos aspectos del ninjutsu, es la escasez de material disponible en castellano. Hay una verdadera abundancia de información pero en japonés, inglés, francés, etc. que rara vez traspasa las barreras lingüisticas y llega a nuestro idioma.

El propósito de esta serie de artículos es, en pequeña medida, proporcionar al lector una visión de la evolución del ninjutsu desde sus comienzos hasta el momento presente. Como el ninjutsu es un arte vivo, me gustaría que este aspecto se reflejara también en ellos; así que estoy dispuesto a intentar contestar a cualquier pregunta relacionada con el planteamiento de esta serie que me hagan llegar los lectores mediante una carta a la revista.

Al emprender la investigación histórica del ninjutsu, se tropieza enseguida con un problema serio. Como en todo el mundo, los que ejercitan el poder en un país en un momento determinado, son también los que documentan su historia y no precisamente con objetividad. Así que la historia del Japón de que disponemos hoy en día, es fruto de la labor de personas influidas, en todo o en parte, por la clase samurai. Como se conoce que las «familias» ninja representaban una contracultura a la dominante durante muchos siglos en Japón, no es para asombrarse que se haya escrito relativamente poco sobre sus hazañas. Incluso, como veremos más adelante en esta serie, a ciertos ninja que llegaron a ostentar posiciones de importancia se les conoció históricamente como «samurai de provincias muy lejanas». Curiosamente también se dieron casos de lo opuesto, como veremos también en otro artículo.

Para entender la contra-cultura del ninjutsu y por qué floreció, es preciso efectuar un breve repaso a la forma de hacer la guerra del samurai, que resulta un vivo reflejo de su filosofía y de su código de conducta, el Bushido. Antaño cuando dos ejércitos de samurais se enfrentaban, lo cual fue muy común durante muchos siglos, la lucha se decidía mediante retos y combates individuales. Estos combates eran casi ritualizados, en el sentido de que primero un samurai gritaba su reto a combate personal y luego citaba su linaje y hazañas. Su reto era aceptado por un samurai del bando opuesto que también resumía su historial. Después tenía lugar el combate con la mayoría de los ejércitos como meros espectadores. Para el samurai, la gloria consistía en ser el primero en librar batalla, y alcanzaba su máxima expresión en la decapitación de su enemigo. Incluso el movimiento de miles de tropas y el fuego amasado de los mosquetones, tan comunes en las batallas del S. XVI en adelante, fueron vistos como etapas preliminares a encuentros entre samurais nobles representando a cada bando de la contienda. Enfrentarse cara a cara en igualdad de condiciones con el enemigo era el dictamen del «Bushido», y cualquier acto, previo a la batalla, destinado a debilitar al enemigo, era tachado de innoble y cobarde si estaba hecho por un samurai.

Aquí entra otro factor fundamental en la historia de los ninjas y su relación con los poderes dominantes. La obra monumental Shih Chi (Registros del Historiador) completada poco después del año 100 A.C., nos informa que Sun Tzu, nativo del estado Ch’i, presentó su obra de táctica y estrategia militar, «El Arte de la Guerra», al rey Ho-Lü en los últimos años del siglo VI A.C. Aunque hay mucha polémica sobre la autenticidad de estas fechas, varios estudiosos chinos coinciden en que el libro probablemente data del siglo IV A.C. Debido a su percepción e imaginación fue un tratado que rápidamente llegó a tener una posición dominante en la literatura militar china. Al igual que otras muchas cosas (la lengua escrita kanji, el té, etc.) esta obra pasó al Japón. En concreto fue llevada allí por Kibi Makibi(693-775 D.C.) quien fue dos veces embajador del Japón ante la corte china y quien también fue el responsable de haber llevado varios clásicos de la literatura china, incluyendo el Sonshi, como en Japón se conocía la obra de Sun Tzu.

En Japón, el tratado pronto fue abrazado por los Daimyo (señores feudales) por sus tácticas devastadoras para hacer la guerra que facilitaban en muchos casos sus planes expansionistas.

La obra tiene trece secciones, once de las cuales se aplicaban con facilidad a la forma ya establecida de efectuar la guerra; sin embargo el código Bushido estaba en conflicto con las dos últimas secciones: «Ataque por fuego» y «el uso de Agentes Secretos». Sun Tzu apreciaba la importancia que tiene el obtener información de los movimientos enemigos, sus planes, su logística, etc.; al igual que el uso de la desinformación, engaño y guerra psicológica para desmoralizar y vencer al enemigo.

Como el Bushido calificaba estos actos como no dignos de un samurai, los daimyos recurrieron a unos clanes o familias de guerreros qeu vivían en las zonas montañosas, considerados en buena parte como de una clase muy inferior a los samurai. Estos guerreros eran llamados shinobi, kancho, teisatsu, rappa, jusa o ninja y habían desarrollado unas tácticas de lucha esencialmente orientadas a su propia defensa y supervivencia, que encajaban perfectamente en las estrategias militares descritas por Sun Tzu en las dos últimas secciones de su obra. Las familias de shinobi basaban sus tradiciones o ryu en la observación de la naturaleza y enseñanzas místicas promulgadas por los monjes guerreros, los yamabushi. Ya disponían de extensas redes de informadores y habilidades complementarias para penetrar y salir de los castillos, para obtener la información que sus informadores no les pudieran proporcionar. Y así empezó una larga colaboración, no sin sus más y sus menos entre dos culturas guerreras.

Aunque no documentado como una hazaña de los shinobi, las primeras referencias a hechos que reunen las características operativas de los ninja, aparecen en el Kojiri (o Registro de Asuntos Antiguos) que data del año 714. El personaje citado es el príncipe Yamato, hijo del Emperador Keiko, enviado por su padre a suprimir a los rebeldes (kumaso o emishi) de la isla de Kyushu. Al llegar allí, el príncipe averiguó que se preparaba una fiesta para celebrar la terminación de la construcción del hogar de uno de los dos jefes kumaso. Como en aquel entonces era práctica común para las clases altas llevar el pelo muy largo, Yamato decidió disfrazarse de mujer para introducirse en la celebración de los dos jefes. Allí esperó hasta que las copiosas cantidades de alcohol ingeridas por sus enemigos provocaran sus efectos. Entonces se acercó a ellos, sacó una espada y mató a los dos jefes kumaso. Desde luego, este incidente, con su uso del subterfugio y engaño, poco tienen que ver con el comportamiento de un samurai regido por el Bushido.

Otra referencia antigua en la que se usa claramente a los espías, tal como describían los cánones de Sun Tzu para infiltrar y obtener información, se encuentra en el Shomonki publicado alrededor del 940 D.C. El episodio relatado se refiere a la supresión del rebelde Taira Masakado. El tío de Masakado, Taira Yoshikane, el vice-gobernador de la provincia de Shimosa, utilizó a un sirviente de Masakado llamado Hasetsukaba no Koharumaru. Yoshikane le persuadió para espiar a su señor a cambio de la promesa de grandes recompensas y un ascenso en su ejército. Koharumaru aceptó y, acompañado por un espía de Yoshikane, volvió al cuartel general de Masakado. Allí a lo largo de dos noches Koharumaru mostró al espía la ubicación defensiva de su ejército. El espía regresó con Yoshikane y le informó de todo lo que Koharumaru le había enseñado. Yoshikane decidió lanzar un ataque por la noche, pero esta vez sus informaciones secretas no le sirvieron, porque las tropas de Masakado lucharon tan tenazmente que consiguieron rechazar el ataque del ejército de Yoshikane. Koharumaru fue descubierto y condenado a muerte por Masakado.

Hay varias referencias más a actos del estilo shinobi durante las guerras Gempai, pero para los ninja todavía faltaban unos siglos hasta alcanzar su época dorada.

(continuará…)